] COSMOAUDICIÓN URBANA [ y escucha profunda en la Villa de Madrid
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CHARIVARIA (Group Exhibition)
Curated by José Luis Espejo y Andrea Zarza Produced Centro Centro Cibeles, Madrid October - December 2017 |
El paisaje sonoro de Madrid, como el de cualquier núcleo urbano, se hace muy difícil. El tráfico, la gran obra de la ciudad siempre en marcha, el abastecimiento infraestructural y la ruidera urbana se sobreimponen a toda escala volviendo muy difícil la escucha.
Igual que antes de los ferrocarriles, los tranvías y los autobuses las personas no se hallaban nunca en situación de estar mirándose mutuamente tantas horas y minutos sin hablar, la modernidad urbana también modificó nuestra percepción en cuestiones aurales. Entonces hubo que idear maneras de amplificación total eficaces para gestionar la complejidad de la ciudad, pese a que el ruidoso progreso técnico nos proporcionó también mecanismos auriculares para aislarnos de sus inaguantables efectos y, si queríamos también de paso, de todo lo demás y los demás. Una visión ecológica del asunto y cierto cuidado por la naturaleza social de la ciudad nos exigiría, en principio, intentar apagar o evitar todo foco de ruido para poder atender a esos elementos sofocados; para poder escuchar acaso los sonidos y murmullos inadvertidos, las melodías escondidas o lenguas desaparecidas. Tendríamos en definitiva que suspender en la ciudad lo que quizá la define más intensamente en su conjunto: su caótica sinfonía de luz y sonido, su monstruosa y ruidosa masividad, su indiscutible ausencia de escala humana. La ciudad no está hecha para la mayoría de nosotras y sin embargo aquí estamos. Por descontado, esta cosmovisión de la ciudad problematiza con una cosmoaudición[1] fundamentada en el diálogo y la convivencia, pues la escucha dedicada al mundo y a los otros necesitaría de operadores a la escala del detalle y el matiz que la ciudad compromete con sus sirenas y sorderas. La ciudad es hostil, o como poco confusa en este sentido cosmoauditivo: en el metro por ejemplo a veces nuestro cuerpo es rozado por otros cinco y a algunas personas esto no provoca efecto o turbación alguna. En cambio, el gesto de un ser para la escucha que buscara dialogar con un desconocido –o peor, con un objeto– resulta siempre sospechoso. Este paseo colectivo –revista sonora caminada, visita a la ciudad del ruido, acompañamiento aural–, intenta convertir en experiencia colectiva y en experimento de varios cuerpos esta dimensión cosmoauditiva y dialógica con la ciudad, tomando como partitura ciertos elementos, reflexiones o preocupaciones que forman parte de la exposición CHARIVARIA. Como puede descubrirse cuando se trata de visualidad –a saber, que nuestros ojos y nuestra percepción también crea lo que vemos cuando miramos con generosidad– se trataría de proponer también aquí, cuando hablamos de atención profunda, un gesto de creación sonora engarzada con aquello que es escuchado y percibido. Una escucha de la ciudad a la vez sónica: que ya hace su ruido, resuena, murmulla, vibra, late, cruje, canta o silba. Tomar conciencia práctica de este elemento creativo de la atención puede ayudar a abrir conversación con las gentes/voces/sonidos que viven a través de los flujos urbanos. Abrir conversación también con los acontecimientos y formas de la ciudad desaparecidas, pero aparecidas a nuestros sentidos en un ejercicio de imaginación cuyo sentido aún permanece abierto. [1] Según un término acuñado por Carlos Lenkersdorf. |